El Alpinista del Sentir

A lo lejos la montaña se encendía,  

como si algo escalara su lomo de neblina.  

No era cuerpo, ni sombra,  

sino ideas—cuatro, tal vez cinco—  

subiendo cerros con la agilidad  

de quien ha soñado toda la noche.

El sol, recién lavado por la lluvia,  

bailaba sobre cayenas,  

mientras un ave juguetona  

tejía rutas invisibles entre aromas:  

pan caliente, arepas dulces,  

madrugadores saludos sin prisa,  

una bella joven cruzando la acera,  

cabellera al viento en bicicleta.

No había gesto de tristeza,  

solo la risa como bandera,  

y por dentro, el telar comenzaba:  

hilando fibras con paciencia  

para vestir al alma  

de ternura y amor.

Volví la mirada  

a quien trepaba la montaña  

y descubrí que era mi imaginación—  

el alpinista del sentir—  

que en la distancia reflejaba  

las primeras ideas al despertar:  

aprender, crecer, aportar.

Que nunca se olviden,  

como cima que guarda la nieve,  

como raíz que abraza la tierra,  

como palabra que florece  

en el jardín de cada comienzo de semana.

 By Jorge Medina